Re-pensando la educación y la crianza

Un regreso del colegio a casa nos toma 45’ para llegar al destino. En esos momentos aprovechamos para cantar, reír, conversar, estudiar.

Ayer fue diferente y mi cabeza quiere decir fue “un mal día”. Mi hija subió al auto y me contó su “mal” día. Entre llantos y quejas me contaba que tuvo una calificación baja en matemáticas, no pudo hacer un ejercicio en deportes y tenía muchos deberes.

Mi cabeza no atinaba que decir entre “no pasa nada, así es la escuela, tienes un profesor exigente, no estudiaste, esfuérzate más”.. . al fin todas frases que seguramente no contribuirían a su regulación.

Entonces opté por el silencio, al poco tiempo ella lo notó y me dijo ¿por que no dices nada? Yo respondí “ me da pena que hayas tenido un mal día” y ella continuó con las lágrimas y la queja.

Mi cabeza seguía procesando las razones de porqué mi hija tenía que pasar por esto y de encontrar culpables. A la mitad del camino la calma fue llegando y en casa bajó, acarició al gato y comió como si nada hubiera pasado.

Yo seguí procesando toda la información y buscando soluciones lógicas y elaboradas a lo sucedido. A mitad del almuerzo me dice “ya te conté lo malo ahora te cuento lo bueno“ me fue bien en sociales, jugué con mis amigas y acabé mi proyecto de arte!!!!

Plop…Cuantas lecciones nos dan los niños