Re-pensando la educación y la crianza

Qué lindo es mirar la diversidad en la naturaleza, cuánto deberíamos aprender de ella. Un día como hoy el árbol es árbol, el pájaro es pájaro, la abeja es abeja y el colibrí es colibrí. Ellos no se cuestionan quiénes son ni cuestiona a su vecino quien es. No se miran por su apariencia ni por sus debilidades. No juzgan sus diferentes destrezas ni esperan que el otro sea igual que ellos. Imagino que esto permite que la interacción sea sana y que cada uno desde su rol viva, disfrute y contribuya al ecosistema. Es hermoso ver la danza entre un colibrí y una avispa cada uno haciendo lo que desea. Siento que la libertad de ser como son, les permite respetarse y respetar. Además, contribuir así a la diversidad del ecosistema que sin las características individuales de cada uno desaparecería. Y no puede faltar la adversidad y la increíble capacidad de resiliencia que se observa en la naturaleza. Esta increíble capacidad de procesar las perturbaciones y continuar, cicatrizando heridas permite la continuidad de la vida a pesar de lo sucedido. Cuantas lecciones de vida me llevo hoy mirando alrededor. Que siempre encontremos quiénes somos, qué nos hace únicos, cuáles son nuestras capacidades individuales. Y que con ello nos respetemos valoremos y respetemos y valoremos al prójimo. Además, que cicatricemos las heridas y continuemos viviendo sin miedo a la adversidad. Les invito a esta reflexión: qué como educadores podamos transmitir siempre a nuestros alumnos estos conceptos básicos de vida y convivencia!