Re-pensando la educación y la crianza

Hoy respiré después de un mes de trámites para que mi hija ingrese al sistema educativo. Estar un año fuera del país se volvió el pecado más grande que se pudo cometer. Este proceso me ha sacado más de una lágrima y me ha sensibilizado aún más con todas las familias que en consulta me han relatado estas odiseas llenas de papeleos, pruebas y entrevistas para ver si calificas para tener derecho a educar a tus hijos. Sentí en cada entrevista un peso muy grande “debes calificar para ingresar “, además la impotencia de que el derecho a decidir donde estudian tus hijos no es de verdad tuyo, está en manos de unos pocos que son quienes deciden a quien le dan el cupo, escudados en miles de mentiras y artimañas para hacer procesos “transparentes”. En unos la calificación era social, en otros económica, en otros religiosa, en otros académica, y en cada evaluación debíamos pasar por los “rayos x” de quien tenía en sus manos nuestras esperanzas. Qué lejos estamos de una educación privada, respetuosa e inclusiva. Finalmente encontramos un espacio sano y saludable donde el interés fue ella, su bienestar, sus deseos y sus capacidades. Que pena e ilusión al mismo tiempo saber que quien hizo un proceso respetuoso era de nacionalidad extranjera.